La académica de la Universidad de Wisconsin-Madison, realizó un análisis respecto a la controversia que existe en torno al uso de la palabra “América” para referirse a EE.UU.
Cuándo, cómo y por qué la palabra “América” comenzó a utilizarse como sinónimo de Estados Unidos, fue la principal tesis expuesta por la académica de la Universidad de Wisconsin-Madison, Florencia Mallon, durante la conferencia “¿Utopía, hemisferio o país? Una genealogía de América”, la que inauguró las Cátedra Norbert Lechner 2015, organizadas por la Facultad de Ciencias Sociales e Historia de la UDP.
Mallon inició el análisis del concepto “americano”, señalando que – hasta comienzos del Siglo XX – estaba asociado a los ideales latinoamericanos impulsados por el político y revolucionario cubano José Martí, quien junto al historiador mexicano Edmundo O’Gorman, ligaron la palabra “América” con la identidad hemisférica y los ideales utópicos relacionados al futuro, las oportunidades y la libertad en la región.
Detalló que el uso que le daba Martí a “América” “tenía múltiples aristas, pero la más importante era la de resaltar que Estados Unidos era solamente un país en el hemisferio, aunque ellos tuvieran ambiciones adquisitivas tremendamente desarrolladas”.
En tal contexto, Mallon agregó que la distinción que hace Martí entre EE.UU. como país ambicioso, imperial, y que exige la sumisión voluntaria de los demás países del hemisferio “resulta especialmente mordaz, porque se escuda en la creencia de que el resto de los países de la región, necesitan la misma prosperidad y libertad de la que ellos son poseedores”.
La académica de la Universidad de Wisconsin-Madison planteó que tras el término de la llamada Guerra Hispano-Estadounidense en 1898, donde Estados Unidos ocupó las islas de Filipinas, Cuba y Puerto Rico y, luego que se concretara la compra de Louisiana al Imperio Napoleónico, comienza a instalarse la idea de Estados Unidos como símbolo del continente y, como un nuevo estado capaz de proteger a las naciones emergentes de la dominación imperial europea.
“Las dificultades de resolver las heridas y divisiones internas dejadas por la Guerra Civil y, el intento de sanarlas en tierras extranjeras, facilitó la emergencia de una nueva visión de un Estados Unidos como el gran salvador y protector de todos los pueblos que sufrían bajo el yugo del colonialismo español, británico, holandés, entre otros”, agregó.
La académica de Historia Latinoamericana, recibió el Bryce Wood Award por el libro “Peasant and Nation: The Making of Postcolonial Mexico and Peru” (1995) y el Bolton-Johnson Prize por el libro “Courage Tastes of Blood: The Mapuche Indigenous Community of Nicolás Ailío and the Chilean State, 1906-2000” (2006).